domingo, 18 de septiembre de 2011

Capítulo 3. Lies. Lover Forever.

Escritora: Hadas de los bosques, siento haber tardado en subir. A partir de ahora intentare subir uno por una semana o dos, ya que sabeis que son largos. Me he cambiado el Tuité, ahora soy @LovegoodGD ¿Ok mis amores? Os espero en el cuatro, y gracias por comentar y votar seguir haciendolo. <3




Capítulo 3

Unos ojos azules eléctrico centelleaban.

Danny: Si, yo otra vez.
Yo: Ahora solo te falta que digas que ha sido una casualidad.
Danny: Es que ha vuelto a ser una casualidad.

Suspiré. Después de todo lo que me había pasado, no me apetecía tener una razón más para agotar todas mis fuerzas. Discutir con alguien que no me importaba.
Me quedé callada esperando  que Danny no hablara y aunque estuviera justo al lado mío, me dejara pensar tranquila, aunque era evidente que teniéndolo al lado no iba a estar igual que si estuviera sola.

Para mi sorpresa Danny no habló, pero siguió sentado en el banco. No sabía si para esperar a que hablara y echarme una vacilada o solo para fastidiarme. Me daba igual, yo iba a pasar de el.

Comencé a intentar descifrar desde que momento había tenido los mareos y desde cuándo me había sentido observada por alguien. Todo había comenzado después del sueño, al día siguiente de que volviera de mi trabajo como azafata. ¿Pero porque razón me había sucedido todo aquello?

Sentía como unos ojos azules me observaban constantemente. Unos ojos azules eléctrico exactamente. Giré mi cabeza y observé a Danny con el pulso acelerado. Ya no solo me seguía sino que me observaba en mi propia casa y todos los días. Él tenía los ojos exactamente de ese color.

Yo: Tú… ¿has sido tú el causante de mis dolores de cabeza?
Danny: ¿De qué estás hablando?
Yo: Lo sabes perfectamente, no me mientas.
Danny: __(tn) creo que tienes paranoias conmigo.
Yo: No, no. Tú estás todos los días detrás de mi casa o dónde sea espiándome. Te he visto.
Danny: Que es imposible. Tú y yo solo nos hemos visto tres veces. En el avión, en el supermercado y ahora. Tú y yo no nos hemos visto más veces.

No me lo creía, pero me lo decía tan convencido que no sabía que responder. Estaba segura de que era él, sus ojos eran inconfundibles.

De repente otra teoría vino a mi cabeza. Las cosas extrañas me habían empezado a pasar justamente el día en el que yo lo había conocido a él. Justamente ese día había soñado con aquel tipo, con el que todas las noches soñaba pero nunca alcanzaba ver quién era.

Yo: Danny…
Danny: ¿Qué? ¿Otra vez me vas a decir que si te he seguido? Oh vamos __(tn) hoy nos hemos encontrado en este parque porque suelo pasear por aquí. Mi casa está cerca.
Yo: Danny no es eso…
Danny: ¿Entonces qué es?
Yo: ¿Danny eres mago?

En ese momento si que había quedado en ridículo.
Danny comenzó a reírse de una forma un tanto exagerada, yo sin embargo no podía reír. Todas las cosas que me estaban pasando tenían que tener una razón mágica, o eso, o que me estaba volviendo loca.
Después de unos segundos dejó de reír. Y me miró aún con la boca seca de tal ataque que le había dado hacía un momento.

Danny: ¿Por qué dices eso?
Yo: Si te lo cuento, me ibas a llamar pirada. Además como voy a confiar en ti, si eres un acosador.
Danny: Primero, no soy un acosador. Segundo, confiar en mi puedes, si quieres claro.

Estaba ya tan preocupada que necesitaba contárselo a alguien que no fuera ni a mis amigos, que me creerían loca de verdad, ni a esa Señora vieja de antes, que solo me había dado más quebraderos de cabeza con aquella frase: Siento como si alguien maligno en un futuro próximo quisiera apoderarse de ti.

Yo: Sueño con un hombre todos los días, al que nunca le veo la cara. Pero en el mismo sueño, yo me quiero acercar a él.
Danny: ¿Y sabes quién es él?
Yo: No, como te he dicho nunca llego a verle la cara. Siempre tropiezo antes.
Danny: Pero eso no es tan extraño. Quizás tu subconsciente ha creado ese sueño porque necesitaba algo de acción. Es muy normal.
Yo: Pero eso no es todo; hay más cosas.
Danny: ¿Cómo qué?
Yo: Siento como si alguien me observara y a veces me mareo, pero mientras estoy mareada por alguna razón me siento protegida. Como si alguien velara por mí.

Danny se quedó pensativo. Debía estar pensando que estaba muy pa’ allá, y tenía toda la razón si lo pensaba, si es que lo pensaba hasta yo.
Ahora seguro que se iría corriendo y llamaría a un manicomio. Pero en vez de eso, me miro a los ojos, y con sus rizos en movimiento a causa del viento me preguntó algo:

Danny: ¿Desde cuándo te pasa eso __(tn)
Yo: Desde que llegué. Desde el día después que te conocí. ¿Acaso sabes lo que puede ser?

Se quedó pensativo, ¿También le podría estar pasando a el? Igual yo no era la única, igual el sabía por qué.

Danny: No. Y ahora me tengo que ir.
Yo: ¿Qué?
Danny: Nos vemos pronto. Espero.
Yo: Pero espera…

Danny se levantó del banco y seguidamente comenzó a correr hacía la otra dirección por la que la vieja había desaparecido. Me había dejado sola, y con las mismas dudas de antes.
Aunque yo seguía pensando lo mismo.
Danny era el que me observaba. Danny era el único chico que conocía con aquellos ojos.

**
Ya habían pasado unos días desde aquello, desde el día en que me había encontrado a la vieja y a Danny en el banco. Lo mejor de todo es que ya volvía a estar bien después de todo. Ni dolores de cabeza, ni sueños, ni mareos ¡nada! Por alguna extraordinaria casualidad todo había desaparecido de inmediato.
Mi móvil comenzó a sonar y fui corriendo a cogerlo dejando al lado mis pensamientos y mi desayuno en un lado de la mesa. Esa mañana estaba desayunando café y magdalenas, pero esa ahora ya daba igual ya que mi móvil ahora estaba en mi mano.
Sin mirar quién era lo cogí.

Yo: ¿Si?
**: __(tn) Soy yo.
Yo: ¿Y se puede saber quién es yo?
**: ¿Quién va a ser yo más que el magnífico y guapo Dean?
Yo: Ya sabía yo que nadie podía saludarme así más que tú.
Dean: Tranqui, que ya sé que no quieres.
Yo: Si Dean, ya pasó…. Bueno ¿Para qué me llamabas tan temprano?
Dean: Pues mira… es que desde que llegaste… aún no nos hemos visto y bueno Wanda y Amanda me han dicho que estás muy guapa.
Yo: ¿Ah sí?
Dean: ¡Sí! ¿Querrías…quedar conmigo esta tarde para ir a comer algo? Yo qué sé ¿Un perrito caliente por ejemplo?

Los ojos se me pusieron como platos, yo nunca había comido ningún perrito caliente. Siempre me había ido a sitios demasiado caros comparados con eso. Ni los había probado. Me apetecía y me apetecía hacerlo justo ese día.

Yo: ¡Claro! Claro que sí que quiero.
Dean: ¡Oh si! ¡Toma esa! ¡Genial nena!
Yo: No me llames nena, ya sabes que no me gusta.
Dean: Por eso lo he dicho, para fastidiarte.
Yo: Tonto…
Dean: Estúpida, esta tarde te paso a recoger a las cuatro, estate preparada ¿Vale?
Yo: Si.- Contesté, pero ya había colgado.

Después de terminar la llamada, acabé de desayunar rápidamente muy ilusionada e inquieta, aun no me creía lo que iba a hacer. Y aparte ¡Por fin iba a ver a Dean! Aunque lo que me había dicho de Wanda y Amanda era bastante raro ya que hacía unos días que no me veía con ellos. Después de la discusión en mi casa, el primer día que nos habíamos visto, después de haber vuelto las cosas estaban muy tensas, mucho más que eso. Por eso era mejor no quedar.

El día pasó rápido sin nada que hacer. Hablé por teléfono con unas cuantas amigas ¡Ah sí! Y compré una televisión por internet, de la mejor calidad. Siempre me había gustado ver películas estando como en el cine. Quizás eso era uno de mis hobbies.

La casa estaba hecha un asco, pero Justin, el jardinero, ya había vuelto y me cuidaba el jardín que si que estaba bien. Yo ya no salía nunca sola desde que me había mareado por primera vez allí. En la casa echaba mucho de menos a Lupita, mi limpiadora y ayudante de llevar la casa y la limpieza. Yo nunca había tenido que limpiar y eso era un gran palo para mí en esos días estando sola. Pero sabía que pronto íba a volver y eso me animaba a por ejemplo fregar los bajillos, en los que siempre quedaban restos de comida.

Al rato, cuando ya caso era la hora en que había quedado con Dean subí hasta mi habitación para cambiarme de ropa, tenía que ir muy guapa y deslumbrarle, di de verdad le habían dicho Amanda y Wanda eso no quería quedar mal.

Abrí mi gran armario lleno de ropa y zapatos y como no sabía que ponerme me quedé pensando un rato. Al poco tiempo una bombilla se iluminó en mi cabeza. Me iba a poner aquella falda tan bonita que me había comprado en Italia, cuando era azafata. Era de color azul y brillaba con luz propia. Iba a estrenarla por una buena causa.
Pronto terminé de vestirme. Camiseta blanca básica; aquella falda tan bonita que me había costado un pastón; un cinturón a juego y por ultimo unas bailarinas también de color blanco para que hicieran juego con la camiseta.
Tocaba el pelo. Decidí dejarme suelta la melena lisa y suelta. Me gustaba mi color tan rubio y tan guay. Después me pinté con una sombra de ojos del color casi de mis ojos y finalmente los labios con un pintalabios rosa.

¡Ya estaba! ¡Perfecta! Solo quedaba esperar a que el viniera. Así que aún quedaba un tiempo para mirarme en el espejo. En cuanto estuve delante de él, no pude evitar comenzar a reírme yo sola. Parecía completamente una barbie en persona, de esas de los anuncios de juguetes. No podía tampoco, evitar sonreír a mi reflejo en el espejo me veía guapa, muy guapa y eso me agradaba mucho.

De un momento a otro, comenzaron a llamar a la puerta.

Colocándome bien la falda y el pelo corrí hasta la puerta principal de la casa para abrir a la persona que llamaba. Cuando ya la había abierto sin mirar ni si quiera me tiré encima del que había llamado, supuestamente Dean, mi mejor amigo, pero eso ya lo sabéis.

Yo: ¡DEAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAN! ¡JOLIN QUE DE TIEMPO!
Dean: ¡Siiiiiiii! ¡Un montón joder! Esta preciosa como suponía.- Dijo mientras mis mejillas se ponían rojas a la vez que nos separábamos y me miraba de arriba abajo.
Yo: Wooo y tú estás muy fuerte.
Dean: Si, es que ahora voy al gimnasio, todas las semanas. Si antes era un cañonazo mirame ahora, vuelvo loco a las tías.- Me contó sonriente.
Yo: Sigues siendo el mismo narciso de siempre.
Dean: Y el guapo también.
Yo: Oh cállate ya.¬¬
Dean: Jaja, ya veo que sigues como siempre.
Yo: No, he cambiado, ahora voy a estudiar en serio cuando empiece la carrera.
Dean: ¿Qué? Pensaba que a ti no te iba estudiar…
Yo: Si, voy a ser veterinaria.

Ví como se tapaba la boca y después no podía aguantarse una gran carcajada.

Dean: Tú…. ¿Con los animales? PUAJAJAJAJAJAJA.
Yo: En serio, que es verdad ¿Por qué todos os reis?
Dean: Porque con lo pija que eres tú es un poco imposible.

Enarqué una ceja.

Yo: ¿Yo pija? Pero… si voy a comer unos perritos calientes contigo.
Dean: Que graciosa estás, anda vámonos ya….

Si, era mejor pasar del tema, porque por lo que podía observar Dean iba a opinar como Amanda y como Wanda y no quería enfadarme con él.

Comenzamos a pasear por las calles del mes de mayo en Londres. Estaba soleado comparado con otros días, pero corría un fina brisa que te dejaba helado, pero con la chaquetilla que me había cogido en el último momento se estaba bastante bien.

Andábamos contando todo lo que habíamos hecho en estos últimos tres meses, que para mí se habían pasado volando literalmente. El no había hecho mucho, por eso hablaba menos que yo, que hablaba por los codos contándole todas mis aventuras por todo el mundo.

Yo:… Y entonces Pet se puso un calcetín en la cabeza.
Dean: ¿Te gusta ese tal Pet…?- Preguntó serio.
Yo:… mm, no, es un gran amigo, o lo era. No sé. El caso es que es gay.
Dean: A vale me quedo más tranquilo…
Yo: ¿Cómo que te quedas más tranquilo?

Se acercó hasta mí y me apartó con la mano el pelo.

Dean: Porque tú eres solo mía, de nadie más, recuérdalo…

Después de decirme eso y ponerme los pelos de punta me dio un beso en la mejilla dejándome aún más parada de lo que estaba. ¿Qué estaba pasando? Solo éramos amigos, o eso creía ¿Por qué se comportaba de esa forma tan extraña?
Sentía como si en mi tripa hubiera mariposas.

Se apartó y a continuación seguimos andando tan tranquilamente como antes, como si no hubiera pasado nada. Pero yo seguía dándole vueltas.
Poco después del paseo nos sentamos a comer los perritos calientes que nos acabamos de comprar en un puesto en puro centro de Londres.

Dean se quedó muy concentrado mirando hacía algún lado y yo comía mi perrito intentando no mancharme cuando de repente giró la cabeza y me miró directamente a los ojos.

Dean: Oye __(tn)… ¿Conoces a algún chico rubio con flequillo, ojos marrones y un hoyuelo en la mejilla?
Yo: No ¿Por?
Dean: ¿Y a otro con el pelo rizado, ojos azules y dientes grandes?

La cabeza comenzó a darme vueltas. ¡Claro que conocía a alguien así! Y no muy bien, pero no quería que fuera él. Me lo había quitado de encima. No quería que volviera a mi vida, si no otra vez volvería a sufrir.

Dean: __(tn) ¿Lo conoces o no?
Yo: Emm… no, no…
Dean: Pues se están acercando. Los dos.

Escondí la cabeza con el bolso, pero me fue imposible. Cada vez oía los pasos más cerca. Dean ni se inmutaba, seguía tan normal como antes.

Danny: ¡__(tn)! ¡Cuánto tiempo!

Aparte un poco el bolso dejando visibles solo mis ojos para poder verle, pero nada más. Estaba muy nerviosa ¿Otra vez persiguiéndome?

Yo: emm, si ¡Hola!
Dean: Entonces… ¿Os conocías?
Yo: N...- No me dio tiempo a contestar, Danny me cortó.
Danny: Bueno, se podría decir que sí.
Dean: ¿No será tu novio __(tn)?
Danny comenzó a carcajearse, el chico que le acompañaba sonrió y Dean los miró extrañado. ¿Por qué en vez de ayudarme a salir de esta preguntaba esa cosa estúpida? Comenzaba a creer que estaba muy interesado en mi vida personal.

No podía articular ni una palabra.

Danny: ¿Novios? Qué va… Solo ¿Amigos?
Yo: No…-Dije bajando mi bolso y dejando al descubierto mi cara.
Danny: ¿Cómo que no?

Me levanté con fuerza. Tenía que explotar ya. Estaba bien con Dean, sin ningún dolor de cabeza. ¿Por qué volvía  a aparecer?

Yo: ¡TÚ Y YO NO SOMOS AMIGOS! TÚ Y YO NO NOS HEMOS VISTO NUNCA.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Capítulo 2. Lies. Live Forever



Capítulo 2

El había ganado, pero eso no era lo que importaba. Si el muy imbécil se estaba ofreciendo a llevarme como si fuera mi ángel de la guarda, pues adelante, que lo hiciera.
Me acerqué a él y le susurré unas palabras sin mirarle a la cara.

Yo: Me ayudas a traer las bolsas al coche.
Danny: Sabría que vendrías.
Yo: ¿Y cómo lo sabías? No te entiendo.
Danny: Porque soy Danny, Danny Jones, y sé todo.
Yo: Bueno, pues si es verdad que sabes todo. Sabrás como ayudarme a coger las bolsas y llevarme rápido a casa.

Sin mirarle a la cara me giré en dirección contraria al coche y comencé a andar hacía donde había dejado las bolsas. Después escuché unos pasos por fin, detrás de mí. Era Danny siguiéndome a la vez que suspiraba.

Me caía realmente mal. Eso de que estuviera feliz y riéndose de mí era como para pegarle dos leches y dejarlo seco. Esperaba con ansias que me llevará a casa con mi comida y no volver a verlo nunca más. No necesitaba a nadie como él en mi vida. Y si lo necesitaba… ya buscaría a otro, pero él jamás.

Además de eso ¿Por qué estaba en el supermercado si no iba a comprar nada? Eso confirmaba mis sospechas de que el muy estúpido de Danny me había seguido.
Seguro que si hubiera ido al cine por ejemplo, el, también habría estado allí.

Avanzamos rápidamente y en dos viajes de cuatro bolsas cada uno ya lo habíamos cargado todo en el coche. __(tn) ya quedaba menos rato de estar con él, tranquilízate y respira hondo. Me repetía a mi misma cada dos segundos.

Danny: No me das ni un simple gracias…
Yo: ¿Por qué debería dártelas si eres tú el que sé ha ofrecido a ayudarme?
Danny: ¿Por qué haces tantas preguntas?
Yo: Eres insoportable.
Danny: La insoportable eres tú. Yo solo soy el bueno de la película que intenta ayudar a la dama en apuros.
Yo: Pues resulta que esa dama en apuros no necesita que nadie le ayude.
Danny: Oh vamos… ¿Y por eso has venido a pedirme ayuda _(tn)?
Yo: Buff.

Enfadada nuevamente porque él tenía la razón, abrí una de las puertas de su coche y me senté en el asiento del copiloto esperando a que este se montara también. Crucé los brazos y suspiré. Ya casi estaba en casa… ¡Por favor que esto se pasara rápido!

Danny cerró el capó del coche y con una sonrisa aún en la cara, ya montado, comenzó a conducir camino a casa, con las pocas indicaciones que yo le había dado. Yo estaba callada y miraba hacía la calle por la ventana. El conducía feliz.

Cuando llegamos a la puerta, me ayudo a sacar las bolsas y a dejarlas delante de la puerta. Se ofreció a ayudarme a meterlas a casa, pero yo le dije que no. No quería volver a ver a ese chico tan raro.

Yo: Bueno pues...Pues... ¡Gracias! Y ¡Adiós!
Danny: Ese gracias no es sincero y ese adiós es muy grosero.
Yo: Es lo que hay. Y no me vuelvas a seguir.
Danny: ¿Cómo debo decirte que no te he seguido? Bueno… cree lo que quieras.
Yo: ¡No si eso ya lo hago! Y ahora adiós, hasta nunca ¿Cómo quieres que te lo diga?

Danny, por primera vez en todo el día puso una expresión seria y fría. Algo muy extraño parecía ser, pero lo más extraño fue lo que pude ver antes de que se girara. Un especie de aura, humo color blanco grisáceo comenzó a salir de Danny, pero rápidamente en un parpadeo de ojos desapareció ¿Me estaba volviendo loca acaso? No, seguro que simplemente habían sido imaginaciones mías. Solo eso.
Antes de que arrancara el coche Danny me miró, y yo le devolví la mirada. Sus ojos azules eléctrico brillaban como dos diamantes, como si fueran lo más puro que había visto en el mundo.

En cuanto estuve dentro de casa me di cuenta de que el móvil estaba en la mesilla del recibidor. Me lo había dejado.

Al rato ya había metido todo a la nevera, y me preparaba la cena. Había llamado a Wanda y Amanda para que vinieran a cenar. Yo les contaría mis novedades en el aire y ellas… pues suponía que me iban a contar lo de siempre. Con quién habías salido de fiesta y con quién habían ligado. Era lo normal con ellas dos.

Terminé la cena y la coloqué en la mesa para las tres. Segundos después, alguien llamó a la puerta. Directamente fui a abrirles.

Wanda: __(tn)!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Amanda: ¡Qué guapa estas madre mía!

Las dos se acercaron y me dieron dos besos cada una, yo se los devolví muy a gusto. Las quería mucho.

Yo: Qué guapas estáis vosotras. No me vengáis con tontadas.
Amanda: Pero ya sabes que nosotras somos divinas.
Wanda: Y si no lo sabías ya lo sabes.

Hicieron un gesto gracioso mientras se movían el pelo a lo Panten Pro-V.

Yo: Os conozco desde hace años, claro que lo sé, bueno, ¿Vamos al salón a tomar algo?
Amanda: ¡SI! ¡Fiesta de pijamas!
Wanda: Solo chicas.

Fuimos hasta el salón y allí bebimos una coca-cola cada una, pero eso no era lo importante. Nos contamos todo, incluidos los cotilleos que habían pasado en Londres y que yo no me había enterado.

Wanda: Muy fuerte lo de Ronald eh! Eso de ponerle los cuernos a tu novia delante de ella es enternecedor Jajajajaja.
Amanda: Y lo más fuerte es que esta no ha cortado con él, aún siguen juntos.
Yo: Jo, echaba de menos estos culebrones.
Amanda: Es que aún no entiendo porque te fuiste de azafata.
Wanda: Eso.
Yo: Pues porque necesitaba desconectar un poco de todo.
Wanda: ¿Desconectar? ¿Acaso no te gusta tú vida?
Yo: No es eso… pero pronto empezaré a estudiar, y necesitaba desconectarme de todo para poder empezar al 100%.
Amanda: ¿Y para que quieres estudiar? Si tus padres te dan todo…
Yo: Pues por eso, no quiero sentirme una niña de papá toda la vida, quiero sentirme útil en el mundo. Y por eso creo que la carrera de veterinaria será genial.
Wanda: Vamos __(tn)… pero si tú odias los animales.
Amanda: Eso mismo pensé yo cuándo me lo dijo.
Yo: Yo los ODIABA, ahora mismo los AMO.
Amanda: No me lo puedo creer.
Yo: Me da igual, yo sé lo que siento.
Wanda: No, si eso ya lo vemos, que tienes las ideas muy claras.
Yo: Si vosotras queréis ser toda la vida así no es mi problema. Yo sé lo que tengo que hacer.
Amanda: ¿Así como?
Wanda: ¿Qué insinúas?
Yo: Chicas sabéis de que hablo...
Amanda: No no lo sé, dime que es lo que piensas.
Yo: Pues que estais todo el día de fiesta. Vuestros padres os dan todo. No sois maduras.
Wanda: Pues como tú.
Amanda: No nos puedes decir nada, porque tú eres igual.

La sangre me subió a la cabeza.

Yo: Mirar chicas, dejemos el tema.

Mis amigas aún no se habían enterado que yo había cambiado, ya era hora de que lo hicieran de una vez por todas. Ellas quizá seguirían siendo toda la vida lo que eran. Unas niñas afortunadas, con padres ricos, pero yo ya no quería ser así. Me estresaba solo de pensarlo.

Después de esa pequeña discusión, las cosas entre nosotras estaban un poco tensas, y aunque las tres intentábamos disimularlo, se notaba en el ambiente.
Cenamos rápidamente e intentando sacar temas de conversación, pero era bastante difícil.

A las horas Wanda y Amanda salieron por la puerta de mi casa en dirección a las suyas, o quizás se irían de fiesta como todas las noches.

Ahora estaba sola y tenía tiempo para pensar, para pensar en mis cosas.
Subí hasta mi habitación, me puse el picardías y me tumbé en mi cama doble. Al poco rato me quedé dormida, pero antes unos ojos azules eléctrico aparecieron en mis pensamientos.

Blanco. Vacío. ¿Qué diferencia había? No podías ver nada, no podías sentir nada. Era lo mismo. Sentía lo mismo en el sitio en donde estaba. Era yo y el vacío blanco. Nadie más, nada más, solo eso. Comencé a correr. Quería escapar de ese sitio. La soledad se apoderaba de mí, pero no podía, no podía escapar. Era como un círculo vicioso. Seguía estando en el mismo sitio por mucho que me esforzara. Quería llorar, pero las lágrimas no querían salir de mis ojos. No podía hacer nada. Comencé a gritar, pero nadie me contestó. Quería sentir pánico pero tampoco podía. ¿Dónde estaba? Eso ya daba igual. Quería escapar.

Escuché un susurro. Si era un susurro tendría que estar cerca de quien susurraba ¿No? Pues no lo estaba. Podía ver una pequeña mancha incolora a lo lejos. No sabía cómo era capaz de diferenciarla pero la podía ver, justo ahí.
Lentamente me fui acercando, quería descubrir, quien o que era y que era lo que hacía. Justo ahí en ese vacío. Fuera lo que fuera ese ser, brillaba como la luz de un foco, pero contra más me acercaba más lo podía diferenciar. Volví a gritar, pero esta vez hacía el ser.

Yo: ¿Quién eres?

No contestó.

Yo: ¿Cómo se sale aquí?

Tampoco contestó.

Me estaba empezando a preocupar. No sabía qué hacer, solo avanzaba hacía el. ¿Por qué era él no? No tenía forma de cuerpo de mujer. Tenía forma de hombre.
De repente sin saber porque tropecé con algo y caí al suelo. Pero eso no me importaba a gatas seguía avanzando cuándo…

Estaba en mi cama. Sudorosa. Sin aliento. Necesitaba un vaso de agua.
Me levanté de la cama. Ya podía ver la luz del día ya que la noche anterior no había bajado las persianas.
Ya en la cocina cogí un vaso de agua y comencé a beber, haciendo que me volviera a sentir bien después de ese sueño o quizás ¿Esa pesadilla?
Rápidamente me quité el picardías y me metí a la ducha. Me quité el sudor del cuerpo. Cuando salí, ya me sentía bien.

Era la pesadilla más extraña que había tenido en muchos años. Y más que por tenerla lo más raro de todo es que yo no soñaba nunca. Hacía muchos años que no había tenido una pesadilla tan vivida.
Me dolía el pecho de pensarlo.

La mañana pasó rápida sin mucho que hacer ahora que estaba de vacaciones. Por la tarde, había decidido, ir a casa de mis padres a llevarles unos regalos que les traía de Brasil. Tenía verdaderas ganas de verlos. Igual si me daba tiempo, iría a comprar lo que faltaba, eso sí, en poca cantidad. No me iba a pasar lo del día anterior.

Me acababa de acordar de una cosa. ¡Tenía jardín! Con lo que yo lo amaba y aún no había salido a verlo. Ojalá Lupita hubiera mantenido bonitas las flores y las hubiera regado en ausencia de Justin, mi jardinero, el que también estaba de vacaciones.
Cuando salí todo estaba precioso, lleno de flores de todos los colores. La comida no, pero esto sí que lo había cuidado mucho.

¡Bum!

Me estaba empezando a marear. No sabía si de lo bonito que era el jardín, del sol que estaba en el cielo, o de esa sensación de protección que de alguna parte sentía. Alguien me estaba observando justo en ese momento.
Comencé a girarme en círculos. No veía a nadie. Nadie estaba allí. Caí al suelo. Estaba demasiado mareada. Necesitaba reposar en la hierba. Pero antes de cerrar los ojos pude ver como dos ojos color azul eléctrico me observaban en la otra punta del jardín.

Estaba en uno de mis coches, en dirección hacia la casa de mis padres. Horas antes casi me había desmallado en el jardín. Intentaba engañarme a mi misma pensando que había sido por el sol, pero yo sabía perfectamente que eso no era cierto. Alguien, fuera como fuera. Con magia como la de Harry Potter por ejemplo me había hechizado ¿Existirían de verdad los magos? __(tn), ha sido el sol. Ha sido el sol. Puedes estar tranquila, puedes estarlo.

Me había hecho azafata para ordenar mis prioridades y mis pensamientos antes de empezar la carrera, pero parecía como si después de eso me estuviera volviendo loca.

Llegué pronto a casa de mis padres. Los dos me saludaron dándome un fuerte abrazo. Los había echado mucho de menos.

Mamá: __(tn) estás guapísima.
Papá: Qué esperabas, mi niña siempre es guapísima.
Yo: Si soy tan guapísima como decís es porque lo he heredado de las dos personas más guapas del mundo.

Los tres reímos. Después pasamos al salón de la gran casa.

Yo: Bueno papá ¿Qué tal el negocio?
Papá: Muy bien cariño. Ya estamos extendidos por todo el mundo, pero no hablemos de mi ¿Qué tal tú mi amor?
Yo: Pues muy bien. Ha sido una experiencia fantástica.
Mamá: Cuéntanos ¿En cuántos sitios has estado cariño?
Yo: Pues he estado en Canadá, Australia, Francia, Alemania, Rusia, Holanda, España, México ah y Brasil. Bueno y en muchos sitios más.

Al nombrar Brasil me acordé del regalo que les había traído a cada uno.
Los saqué del bolso y se los di bien envueltos.
A mamá le traje un collar de oro, sabía que le encantaban por ello se lo puso rápidamente en el cuello. Le había encantado.
A papá le había traído una pipa muy bonita para su colección. Me dio las gracias con un gran abrazo.
Estaba feliz de haber acertado con sus regalos.
La tarde con ellos pasó rápida.

Mamá: Vuelve pronto cariño.
Papá: Aquí estamos esperándote.
Yo: Adiós, os quiero.

Cogí el coche rumbo al supermercado. Compré todo lo que necesitaba y volví a casa.

**

Los días pasaban. Todos los días ese mareo, todos los días ese sueño. No podía quitármelo de la cabeza. Siempre era el mismo tipo el que estaba en el sueño.
En estos días había vuelto a quedar con Wanda y con Amanda más veces y había telefoneado a Dean más de una vez.
También había salido con otros amigos que tenía repartidos por todo Londres. Pero si me pusiera a nombrarlos nunca iba a acabar.
Pero por alguna razón yo no era la misma, todo el mundo me lo decía y yo también lo notaba. Estaba como apagada, distante, cerrada. Siempre había sido una persona muy abierta y todo el mundo me decía que el ser azafata no me había hecho bien. Al revés que nunca me tendría que haber ido.

Esa tarde decidí estar sola para pensar en todo eso. Ya no podía salir al jardín a pensar. Me daba mucho miedo marearme allí. Porque en el jardín me sentía observada y débil. Así que decidí ir a uno de los sitios que más me gustaban de toda la ciudad.
El parque.
El parque que había al lado de mi casa. Era un buen sitio para pensar ya que no había mucha gente. Así que salí de casa y llegué allí en cuatro zancadas, después me senté en un banco de los grandes.
Los temas se amontonaban en mi cabeza uno a uno, dando paso a mis inseguridades y miedos. Cada día que pasaba era un reto para mí.

Casi sin darme cuenta alguien se sentó en mi banco. Giré mi cabeza y vi a una señora con cara agradable. Era muy muy muy vieja. Llevaba un pañuelo en la cabeza y llevaba un largo vestido que le llegaba hasta los pies.

Señora: ¿Preocupada querida?
Yo: Bueno, sí, un poco. Últimamente me pasan cosas muy extrañas.
Señora: A todo el mundo cuándo es joven le pasan cosas extrañas.
Yo: No me entiende, es mucho más raro que eso.
Señora: Puedes confiárselo a una vieja que no tiene familia.
Yo: Me siento observada, sueño con el vacío y con un hombre que no sé quién es, me mareo todos los días. No me siento bien la mayoría de las veces.
Señora: Siento como que te va a pasar algo, siento como si alguien maligno en un futuro próximo quisiera apoderarse de ti.
Yo: ¿En serio? ¿Usted es adivina?
Señora: Oh no querida. Solo soy vieja y sabia.

La señora me sonrió muy amablemente y yo le sonreí a ella también. Después se levantó y comenzó a caminar en alguna dirección despareciendo por el horizonte del parque.
Esa señora era muy misteriosa, pero ya no podía preguntar quién era. Ya había desaparecido de aquí.

De repente alguien, que ya no era la vieja se sentó al lado mío. Giré la cabeza y miré quién era.

Yo: ¿Tú otra vez?

Unos ojos azules eléctrico centelleaban.