miércoles, 10 de agosto de 2011

Capítulo 2. Lies. Live Forever



Capítulo 2

El había ganado, pero eso no era lo que importaba. Si el muy imbécil se estaba ofreciendo a llevarme como si fuera mi ángel de la guarda, pues adelante, que lo hiciera.
Me acerqué a él y le susurré unas palabras sin mirarle a la cara.

Yo: Me ayudas a traer las bolsas al coche.
Danny: Sabría que vendrías.
Yo: ¿Y cómo lo sabías? No te entiendo.
Danny: Porque soy Danny, Danny Jones, y sé todo.
Yo: Bueno, pues si es verdad que sabes todo. Sabrás como ayudarme a coger las bolsas y llevarme rápido a casa.

Sin mirarle a la cara me giré en dirección contraria al coche y comencé a andar hacía donde había dejado las bolsas. Después escuché unos pasos por fin, detrás de mí. Era Danny siguiéndome a la vez que suspiraba.

Me caía realmente mal. Eso de que estuviera feliz y riéndose de mí era como para pegarle dos leches y dejarlo seco. Esperaba con ansias que me llevará a casa con mi comida y no volver a verlo nunca más. No necesitaba a nadie como él en mi vida. Y si lo necesitaba… ya buscaría a otro, pero él jamás.

Además de eso ¿Por qué estaba en el supermercado si no iba a comprar nada? Eso confirmaba mis sospechas de que el muy estúpido de Danny me había seguido.
Seguro que si hubiera ido al cine por ejemplo, el, también habría estado allí.

Avanzamos rápidamente y en dos viajes de cuatro bolsas cada uno ya lo habíamos cargado todo en el coche. __(tn) ya quedaba menos rato de estar con él, tranquilízate y respira hondo. Me repetía a mi misma cada dos segundos.

Danny: No me das ni un simple gracias…
Yo: ¿Por qué debería dártelas si eres tú el que sé ha ofrecido a ayudarme?
Danny: ¿Por qué haces tantas preguntas?
Yo: Eres insoportable.
Danny: La insoportable eres tú. Yo solo soy el bueno de la película que intenta ayudar a la dama en apuros.
Yo: Pues resulta que esa dama en apuros no necesita que nadie le ayude.
Danny: Oh vamos… ¿Y por eso has venido a pedirme ayuda _(tn)?
Yo: Buff.

Enfadada nuevamente porque él tenía la razón, abrí una de las puertas de su coche y me senté en el asiento del copiloto esperando a que este se montara también. Crucé los brazos y suspiré. Ya casi estaba en casa… ¡Por favor que esto se pasara rápido!

Danny cerró el capó del coche y con una sonrisa aún en la cara, ya montado, comenzó a conducir camino a casa, con las pocas indicaciones que yo le había dado. Yo estaba callada y miraba hacía la calle por la ventana. El conducía feliz.

Cuando llegamos a la puerta, me ayudo a sacar las bolsas y a dejarlas delante de la puerta. Se ofreció a ayudarme a meterlas a casa, pero yo le dije que no. No quería volver a ver a ese chico tan raro.

Yo: Bueno pues...Pues... ¡Gracias! Y ¡Adiós!
Danny: Ese gracias no es sincero y ese adiós es muy grosero.
Yo: Es lo que hay. Y no me vuelvas a seguir.
Danny: ¿Cómo debo decirte que no te he seguido? Bueno… cree lo que quieras.
Yo: ¡No si eso ya lo hago! Y ahora adiós, hasta nunca ¿Cómo quieres que te lo diga?

Danny, por primera vez en todo el día puso una expresión seria y fría. Algo muy extraño parecía ser, pero lo más extraño fue lo que pude ver antes de que se girara. Un especie de aura, humo color blanco grisáceo comenzó a salir de Danny, pero rápidamente en un parpadeo de ojos desapareció ¿Me estaba volviendo loca acaso? No, seguro que simplemente habían sido imaginaciones mías. Solo eso.
Antes de que arrancara el coche Danny me miró, y yo le devolví la mirada. Sus ojos azules eléctrico brillaban como dos diamantes, como si fueran lo más puro que había visto en el mundo.

En cuanto estuve dentro de casa me di cuenta de que el móvil estaba en la mesilla del recibidor. Me lo había dejado.

Al rato ya había metido todo a la nevera, y me preparaba la cena. Había llamado a Wanda y Amanda para que vinieran a cenar. Yo les contaría mis novedades en el aire y ellas… pues suponía que me iban a contar lo de siempre. Con quién habías salido de fiesta y con quién habían ligado. Era lo normal con ellas dos.

Terminé la cena y la coloqué en la mesa para las tres. Segundos después, alguien llamó a la puerta. Directamente fui a abrirles.

Wanda: __(tn)!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Amanda: ¡Qué guapa estas madre mía!

Las dos se acercaron y me dieron dos besos cada una, yo se los devolví muy a gusto. Las quería mucho.

Yo: Qué guapas estáis vosotras. No me vengáis con tontadas.
Amanda: Pero ya sabes que nosotras somos divinas.
Wanda: Y si no lo sabías ya lo sabes.

Hicieron un gesto gracioso mientras se movían el pelo a lo Panten Pro-V.

Yo: Os conozco desde hace años, claro que lo sé, bueno, ¿Vamos al salón a tomar algo?
Amanda: ¡SI! ¡Fiesta de pijamas!
Wanda: Solo chicas.

Fuimos hasta el salón y allí bebimos una coca-cola cada una, pero eso no era lo importante. Nos contamos todo, incluidos los cotilleos que habían pasado en Londres y que yo no me había enterado.

Wanda: Muy fuerte lo de Ronald eh! Eso de ponerle los cuernos a tu novia delante de ella es enternecedor Jajajajaja.
Amanda: Y lo más fuerte es que esta no ha cortado con él, aún siguen juntos.
Yo: Jo, echaba de menos estos culebrones.
Amanda: Es que aún no entiendo porque te fuiste de azafata.
Wanda: Eso.
Yo: Pues porque necesitaba desconectar un poco de todo.
Wanda: ¿Desconectar? ¿Acaso no te gusta tú vida?
Yo: No es eso… pero pronto empezaré a estudiar, y necesitaba desconectarme de todo para poder empezar al 100%.
Amanda: ¿Y para que quieres estudiar? Si tus padres te dan todo…
Yo: Pues por eso, no quiero sentirme una niña de papá toda la vida, quiero sentirme útil en el mundo. Y por eso creo que la carrera de veterinaria será genial.
Wanda: Vamos __(tn)… pero si tú odias los animales.
Amanda: Eso mismo pensé yo cuándo me lo dijo.
Yo: Yo los ODIABA, ahora mismo los AMO.
Amanda: No me lo puedo creer.
Yo: Me da igual, yo sé lo que siento.
Wanda: No, si eso ya lo vemos, que tienes las ideas muy claras.
Yo: Si vosotras queréis ser toda la vida así no es mi problema. Yo sé lo que tengo que hacer.
Amanda: ¿Así como?
Wanda: ¿Qué insinúas?
Yo: Chicas sabéis de que hablo...
Amanda: No no lo sé, dime que es lo que piensas.
Yo: Pues que estais todo el día de fiesta. Vuestros padres os dan todo. No sois maduras.
Wanda: Pues como tú.
Amanda: No nos puedes decir nada, porque tú eres igual.

La sangre me subió a la cabeza.

Yo: Mirar chicas, dejemos el tema.

Mis amigas aún no se habían enterado que yo había cambiado, ya era hora de que lo hicieran de una vez por todas. Ellas quizá seguirían siendo toda la vida lo que eran. Unas niñas afortunadas, con padres ricos, pero yo ya no quería ser así. Me estresaba solo de pensarlo.

Después de esa pequeña discusión, las cosas entre nosotras estaban un poco tensas, y aunque las tres intentábamos disimularlo, se notaba en el ambiente.
Cenamos rápidamente e intentando sacar temas de conversación, pero era bastante difícil.

A las horas Wanda y Amanda salieron por la puerta de mi casa en dirección a las suyas, o quizás se irían de fiesta como todas las noches.

Ahora estaba sola y tenía tiempo para pensar, para pensar en mis cosas.
Subí hasta mi habitación, me puse el picardías y me tumbé en mi cama doble. Al poco rato me quedé dormida, pero antes unos ojos azules eléctrico aparecieron en mis pensamientos.

Blanco. Vacío. ¿Qué diferencia había? No podías ver nada, no podías sentir nada. Era lo mismo. Sentía lo mismo en el sitio en donde estaba. Era yo y el vacío blanco. Nadie más, nada más, solo eso. Comencé a correr. Quería escapar de ese sitio. La soledad se apoderaba de mí, pero no podía, no podía escapar. Era como un círculo vicioso. Seguía estando en el mismo sitio por mucho que me esforzara. Quería llorar, pero las lágrimas no querían salir de mis ojos. No podía hacer nada. Comencé a gritar, pero nadie me contestó. Quería sentir pánico pero tampoco podía. ¿Dónde estaba? Eso ya daba igual. Quería escapar.

Escuché un susurro. Si era un susurro tendría que estar cerca de quien susurraba ¿No? Pues no lo estaba. Podía ver una pequeña mancha incolora a lo lejos. No sabía cómo era capaz de diferenciarla pero la podía ver, justo ahí.
Lentamente me fui acercando, quería descubrir, quien o que era y que era lo que hacía. Justo ahí en ese vacío. Fuera lo que fuera ese ser, brillaba como la luz de un foco, pero contra más me acercaba más lo podía diferenciar. Volví a gritar, pero esta vez hacía el ser.

Yo: ¿Quién eres?

No contestó.

Yo: ¿Cómo se sale aquí?

Tampoco contestó.

Me estaba empezando a preocupar. No sabía qué hacer, solo avanzaba hacía el. ¿Por qué era él no? No tenía forma de cuerpo de mujer. Tenía forma de hombre.
De repente sin saber porque tropecé con algo y caí al suelo. Pero eso no me importaba a gatas seguía avanzando cuándo…

Estaba en mi cama. Sudorosa. Sin aliento. Necesitaba un vaso de agua.
Me levanté de la cama. Ya podía ver la luz del día ya que la noche anterior no había bajado las persianas.
Ya en la cocina cogí un vaso de agua y comencé a beber, haciendo que me volviera a sentir bien después de ese sueño o quizás ¿Esa pesadilla?
Rápidamente me quité el picardías y me metí a la ducha. Me quité el sudor del cuerpo. Cuando salí, ya me sentía bien.

Era la pesadilla más extraña que había tenido en muchos años. Y más que por tenerla lo más raro de todo es que yo no soñaba nunca. Hacía muchos años que no había tenido una pesadilla tan vivida.
Me dolía el pecho de pensarlo.

La mañana pasó rápida sin mucho que hacer ahora que estaba de vacaciones. Por la tarde, había decidido, ir a casa de mis padres a llevarles unos regalos que les traía de Brasil. Tenía verdaderas ganas de verlos. Igual si me daba tiempo, iría a comprar lo que faltaba, eso sí, en poca cantidad. No me iba a pasar lo del día anterior.

Me acababa de acordar de una cosa. ¡Tenía jardín! Con lo que yo lo amaba y aún no había salido a verlo. Ojalá Lupita hubiera mantenido bonitas las flores y las hubiera regado en ausencia de Justin, mi jardinero, el que también estaba de vacaciones.
Cuando salí todo estaba precioso, lleno de flores de todos los colores. La comida no, pero esto sí que lo había cuidado mucho.

¡Bum!

Me estaba empezando a marear. No sabía si de lo bonito que era el jardín, del sol que estaba en el cielo, o de esa sensación de protección que de alguna parte sentía. Alguien me estaba observando justo en ese momento.
Comencé a girarme en círculos. No veía a nadie. Nadie estaba allí. Caí al suelo. Estaba demasiado mareada. Necesitaba reposar en la hierba. Pero antes de cerrar los ojos pude ver como dos ojos color azul eléctrico me observaban en la otra punta del jardín.

Estaba en uno de mis coches, en dirección hacia la casa de mis padres. Horas antes casi me había desmallado en el jardín. Intentaba engañarme a mi misma pensando que había sido por el sol, pero yo sabía perfectamente que eso no era cierto. Alguien, fuera como fuera. Con magia como la de Harry Potter por ejemplo me había hechizado ¿Existirían de verdad los magos? __(tn), ha sido el sol. Ha sido el sol. Puedes estar tranquila, puedes estarlo.

Me había hecho azafata para ordenar mis prioridades y mis pensamientos antes de empezar la carrera, pero parecía como si después de eso me estuviera volviendo loca.

Llegué pronto a casa de mis padres. Los dos me saludaron dándome un fuerte abrazo. Los había echado mucho de menos.

Mamá: __(tn) estás guapísima.
Papá: Qué esperabas, mi niña siempre es guapísima.
Yo: Si soy tan guapísima como decís es porque lo he heredado de las dos personas más guapas del mundo.

Los tres reímos. Después pasamos al salón de la gran casa.

Yo: Bueno papá ¿Qué tal el negocio?
Papá: Muy bien cariño. Ya estamos extendidos por todo el mundo, pero no hablemos de mi ¿Qué tal tú mi amor?
Yo: Pues muy bien. Ha sido una experiencia fantástica.
Mamá: Cuéntanos ¿En cuántos sitios has estado cariño?
Yo: Pues he estado en Canadá, Australia, Francia, Alemania, Rusia, Holanda, España, México ah y Brasil. Bueno y en muchos sitios más.

Al nombrar Brasil me acordé del regalo que les había traído a cada uno.
Los saqué del bolso y se los di bien envueltos.
A mamá le traje un collar de oro, sabía que le encantaban por ello se lo puso rápidamente en el cuello. Le había encantado.
A papá le había traído una pipa muy bonita para su colección. Me dio las gracias con un gran abrazo.
Estaba feliz de haber acertado con sus regalos.
La tarde con ellos pasó rápida.

Mamá: Vuelve pronto cariño.
Papá: Aquí estamos esperándote.
Yo: Adiós, os quiero.

Cogí el coche rumbo al supermercado. Compré todo lo que necesitaba y volví a casa.

**

Los días pasaban. Todos los días ese mareo, todos los días ese sueño. No podía quitármelo de la cabeza. Siempre era el mismo tipo el que estaba en el sueño.
En estos días había vuelto a quedar con Wanda y con Amanda más veces y había telefoneado a Dean más de una vez.
También había salido con otros amigos que tenía repartidos por todo Londres. Pero si me pusiera a nombrarlos nunca iba a acabar.
Pero por alguna razón yo no era la misma, todo el mundo me lo decía y yo también lo notaba. Estaba como apagada, distante, cerrada. Siempre había sido una persona muy abierta y todo el mundo me decía que el ser azafata no me había hecho bien. Al revés que nunca me tendría que haber ido.

Esa tarde decidí estar sola para pensar en todo eso. Ya no podía salir al jardín a pensar. Me daba mucho miedo marearme allí. Porque en el jardín me sentía observada y débil. Así que decidí ir a uno de los sitios que más me gustaban de toda la ciudad.
El parque.
El parque que había al lado de mi casa. Era un buen sitio para pensar ya que no había mucha gente. Así que salí de casa y llegué allí en cuatro zancadas, después me senté en un banco de los grandes.
Los temas se amontonaban en mi cabeza uno a uno, dando paso a mis inseguridades y miedos. Cada día que pasaba era un reto para mí.

Casi sin darme cuenta alguien se sentó en mi banco. Giré mi cabeza y vi a una señora con cara agradable. Era muy muy muy vieja. Llevaba un pañuelo en la cabeza y llevaba un largo vestido que le llegaba hasta los pies.

Señora: ¿Preocupada querida?
Yo: Bueno, sí, un poco. Últimamente me pasan cosas muy extrañas.
Señora: A todo el mundo cuándo es joven le pasan cosas extrañas.
Yo: No me entiende, es mucho más raro que eso.
Señora: Puedes confiárselo a una vieja que no tiene familia.
Yo: Me siento observada, sueño con el vacío y con un hombre que no sé quién es, me mareo todos los días. No me siento bien la mayoría de las veces.
Señora: Siento como que te va a pasar algo, siento como si alguien maligno en un futuro próximo quisiera apoderarse de ti.
Yo: ¿En serio? ¿Usted es adivina?
Señora: Oh no querida. Solo soy vieja y sabia.

La señora me sonrió muy amablemente y yo le sonreí a ella también. Después se levantó y comenzó a caminar en alguna dirección despareciendo por el horizonte del parque.
Esa señora era muy misteriosa, pero ya no podía preguntar quién era. Ya había desaparecido de aquí.

De repente alguien, que ya no era la vieja se sentó al lado mío. Giré la cabeza y miré quién era.

Yo: ¿Tú otra vez?

Unos ojos azules eléctrico centelleaban. 

Capítulo 1. Lies. Live Forever

Capítulo 1

Yo: Señoras y Señores pasajeros, dentro de unos momentos tomaremos tierra en el aeropuerto de ***. Asegúrense que el respaldo de su asiento está en posición vertical, el cinturón abrochado y su mesa sujeta. El comandante y toda la tripulación esperan hayan tenido un vuelo agradable y confían en verles nuevamente a bordo. Muchas Gracias.

Ser azafata de un avión de primera clase realmente no era lo mío. Los pies los tenía doloridos de estar andando de un lado del avión a otro, mis manos estaban sudorosas a causa del calor y encima de eso, el hijo adolescente de un famoso empresario me había estado llamando todo el rato con la tapadera de quiero un vaso de agua, pero sabía que realmente lo que quería era mirarme el culo. No había nacido enseñada, pero con los años había cogido práctica.

A lo largo de mis 22 años de vida realmente habían pasado muchas cosas. Demasiadas. Y bastante buenas por cierto. Siempre había hecho lo que había querido en el momento que había querido. Un culo inquieto siempre es un culo inquieto, y encima con unos padres dotados de dinero… Pues de ahí puede salir una niñata como yo.

Además de azafata, qué ya llevaba trabajando dos años, me iba a especializar en veterinaria. Si, a pesar de mi apariencia de barbie y de pija asquerosa, por dentro podía llegar a ser un poco diferente a las niñas pijas tontas. Yo realmente tenía cerebro, y aunque en mi etapa anterior había sido una supermegaoseaguay me había dado cuenta de qué no todo es el dinero, las fiestas, la ropa, los chicos guapos y las casas grandes; que había más mundo por descubrir aparte de eso.

El avión dio unos giros bruscos y yo me agarré a la pared y a un tirador colgado en esta, para no caerme, obviamente. No era necesario montar el espectáculo justo en ese momento.
De repente mi cacharrito (que aún no había descubierto como se llamaba) me avisó de que alguien requería de mis servicios.
Fuera quién fuera era un oportuno. Mira que pedir algo ahora cuándo justo íbamos a aterrizar… ¡La gente estaba loca! Ah… y como fuera otra vez el chico ese y su maldito vaso de agua le iban a dar un poco por culo.
Rápidamente busqué quién me llamaba y afortunadamente no provenía del asiento del chico. Me había quitado un peso de encima, ahora solo quedaba atender al pasajero.

Me marcaba qué estaba en la parte izquierda del avión. Lentamente me fui acercando hasta dar con la cabina que me llamaba (si, vale, los aviones de lujo, tenían cabinas con todo tipo de tecnología y jueguecitos para los pasajeros).
Antes de levantar la cabeza comencé a sonreír, después me aventuré a preguntar lo que quería aquel pasajero.

Yo: ¿Qué quería señor?

Le observé atentamente. Si, era un chico y moreno, aunque su piel era blanca y la tenía llena de pecas bastantes graciosas. Tenía los ojos azules y sonreía con grandes dientes imperfectos.

Parecía bastante agradable, pero algo de él me parecía extraño.

**: Nada, simplemente quería preguntarte si puedo ir al baño ahora.
Yo: Lo siento, pero ahora tiene que permanecer sentado, cómo he dicho hace un momento.

La gente realmente era estúpida. Era importante escuchar al azafato o a la azafata pero parecía ser que preferían hablar, o hacer cualquier otra cosa.
Indignada y tras responderle me dirigí otra vez hacía donde me agarraba.

**: ¡EH! Espera… no he terminado…

Me giré y le observé. Otra vez con una sonrisa. Mi sonrisa. Si, era bastante más falsa que la de antes, pero era divertido poner caretos. Se me daba bien ser tan pava. Y tampoco es que me apeteciera mostrarle mi mejor cara.

Yo: Dígame, y por favor que sea rápido. Faltan escasos instantes para aterrizar, y por seguridad tengo que ir agarrada justó ahí.- Dije señalando el agarrador y la pared.
**: Bueno, vale pues verás es que también quería…em…pues… ¡Un vaso de agua!

No sé por qué pero eso me sonaba de alguien. ¿Otro que solo quería llamar mi atención?
Ojalá se llevaran a todos los que intentaban hacerlo, me ponían histérica.

Yo: ¿Y no se puede esperar 5 minutos a que aterrice el avión?
**: Lo siento es imposible, me estoy deshidratando.

Comenzó a carcajearse con una risa escandalosa.
Enarqué las cejas.

Yo: Perdone pero no estoy para burlas. Sé perfectamente que no quiere un vaso de agua, por eso me voy. Adiós, que tenga un buen día.
**: Espera dime al menos como te llamas.
Yo: ¿Si te lo digo me dejaras en paz?
**: Si – Dijo sonriendo.

Me estaba dejando ganar por el idiota este.

Yo: Me llamo __(tn). ¿Contento?
**: Wow, me encanta, aunque te diré un secreto, ya lo sabía. Y claro que estoy contento.

Me quedé mirándolo sorprendida ¿Cómo sabía mi nombre? ¿Acaso era un psicópata?
Empezaron a entrar los calores en mi y realmente era normal. Ese chico me daba mucho más miedo incluso que el otro. ¿Qué querría de mi?
El chico notó como me ponía blanca por su comentario, por ello me miró de arriba abajo y después sonrió.

**: Tranquila lo sé porque lo he visto en tú placa no te pienses que soy un asesino o un violador, puedes estar tranquila. Solo soy Danny.

Suspiré. Si, vale, tenía muchas paranoias dentro de mi cabeza, pero al menos no me fiaba de cualquier persona y eso era bueno.

Yo: No me importa cómo te llames. Y ahora… que tenga un buen día enserio.

Oí como una carcajada volvía a salir de su boca, pero decidí dejar paso a mi ignorancia y volver al sitio que me correspondía. Si total, ya había tratado con personas como el tal Danny antes.

En cuanto llegué a mi sitio me coloqué esperando que los minutos pasarán rápidos y pronto aterrizar, para aunque fuera unos días volver a casa. Sí, yo era londinense de toda la vida. Hacía un tiempo, así como tres meses, que no estaba en mi ciudad natal y necesitaba desconectar un poco. Visitar a mi familia, amigos, y desconectar un poco.

La profesión de azafata podía parecer fácil, pero no era verdad. Era muy cansado estar viajando todo el día. Y además soltar el estúpido discurso todo el rato era un poco rallante, por no decir mucho.

Poco después de estar metida en mi mundo de luces y colores, el avión aterrizó en tierra como era esperado y a la hora que se esperaba por supuesto. Pero antes de irme tenía que hacer algo, tenía que despedirme de mis queridos compañeros de trabajo.
Tenía unas merecidas vacaciones, pero tanto Michael el piloto como Pet el copiloto, como mi compañera de vuelo y azafata también, Estella, me lo habían hecho todo mucho más llevadero de lo que podía haber sido. Debía darles las gracias.

Me acerqué decidida y contenta hasta mis compañeros que charlaban, en la parte de comandos. Ellos bajarían después de qué todos los pasajeros lo hubieran hecho y como siempre, antes de qué hubiera inspeccionado el avión a fondo por si quedaba alguien o por si había algo roto.

Yo: Bueno chicos, ha sido un placer trabajar estos meses con vosotros.
Pet: Serás puta. Y nos dejas aquí a los tres currando para tomarse unas vacaciones.
Michael: ¡Pet! Pobre niña, bien merecidas que tiene las vacaciones.
Estella: Tiene razón Pet, nosotros llevamos más que ella y mira.
Michael: Pero ella acaba de empezar y es más joven.
Estella&Pet: ¡Lo sabemos comandante!
Yo: ¿Queréis dejar de hablar de mí como si no estuviera?
Estella&Pet: ¡Lo haremos comandante!

Los cuatro comenzamos a reir.

Yo: De todas maneras, gracias Michael por defenderme de estas arpías¬¬
Michael: No hay de qué pequeña, y ya sabes que ha sido un placer…
Pet: … trabajar contigo.
Estella: ¿Por qué no cambias el discurso Michael?
Pet: Siempre dices lo mismo.
Michael: ¿Pero os queréis callar? No asustéis a la pobre __(tn)

 De repente noté como Estella me cogió de la mano y Pet comenzaba a acariciarme la cabeza por encima del pelo suavemente.

Pet: Pero si ella ya sabe que somos así.
Estella: Y que la queremos mucho. Y ella a nosotros también ¿A que si?
Yo: Aunque me cueste reconocerlo, si…

Otra vez comenzamos a reír.

Después de un ratito pequeño más de charla, nos despedimos muy cariñosamente los cuatro.
Era una pena que no los volviera a ver. Al menos me había apuntado sus móviles por si algún día nos apetecía quedar a tomar un café. Pero con la vida que llevábamos era bastante difícil hacerlo. La vida en el aire era dura y complicada.

Tras cambiarme de ropa en un baño del aeropuerto y coger un taxi me quedé mirando la puerta de mi casa. Esperaba que todo no estuviera muy lleno de polvo y Lupita hubiera limpiado la casa en mi ausencia. Seguro que lo había hecho.

Lentamente abrí la puerta de mi casa y entré rápidamente. Olía a ese ambientador de fresa que tanto me gustaba. La casa estaba limpia y ordenada.
Corriendo emocionadamente me tiré en plancha en mi adorado sofá. Estaba cansada y eso era lo más cómodo que había por allí en ese momento.

Me levanté al rato y deshice las maletas. Después,  llamé a mis padres que esperaban mi llamada avisándoles de que había llegado sana y salva a casa. Sí, como todos los padres los míos se solían preocupar por mí, pero por mi corta edad, eso no era lo que más me importaba. Prefería pensar en otras cosas. Cosas mías más íntimas y que en ese momento me importaban más.

Cuando terminé de hablar con mi madre. Ya no tenía nada que hacer. Más que descansar, descansar ¿Y qué más? A si ya sé… descansar otra vez.
Me duché, si. Estaba bastante guarra y sudada del viaje y eso me sentó de cine. Tardé cómo dos horas, y eso qué opte por utilizar la ducha y no la bañera, si no me hubiera quedado ahí mismo toda la tarde.

Me puse una ropa cómoda para estar por casa y por fin… me volví a tumbar, pero esta vez en mi habitación. Qué bien se estaba en mi camita; tan limpia.
De repente unos ruidos atronadores rompieron todo mi relax ¿Por qué justo en ese momento en que estaba tan a gusto me estaba entrando el hambre voraz?
A regañadientes me levanté y fui hasta la cocina. A continuación abrí el frigorífico. No había nada. Miento, salvo unas cervezas y una nota que así decía:

Lo siento mucho __(tn) pero no me ha dado tiempo de hacer la compra.
Tenía que volver a mi país. Mi hija pequeña me acaba de llamar diciendo que mi nieto ya está aquí. Tenía que volver a mi país.
Cuando vuelva te lo recompensaré. O mejor. No me des el sueldo de estos meses.
Lupita

Por un lado la nota me había cabreado, pero por otro podía comprender perfectamente a Lupita. Ella había trabajado toda la vida para mis padres. Y ahora trabajaba para mí, única y exclusivamente. Vale que tuviera que haberse organizado mejor y haberme llenado la nevera tal y como se lo dije pero… llegaba a comprender lo que era tener un nieto para ella. Y más de su hija pequeña de la que siempre hablaba.

Subí hasta mi habitación y me vestí con ropa de calle. Cogí mi tarjeta, con lo que pagaba todo y salí de casa hasta llegar a las profundidades del supermercado más cercano. ¡Era hora de hacer la compra __(tn).

No hacía falta que me hiciera una lista, ya qué tenía que comprar de todo. Pero estaba tan poco acostumbrada a hacer la compra que imaginarme a mi sola en el sitio en dónde estaba se me hacía algo gracioso, por no decir que me empecé a reír y la gente que pasaba a mi lado por el supermercado me miraba raro.

Comencé a coger, eso, eso ¡AH! Y eso otro también…

No sabía cómo me lo iba a llevar a casa. Ya que el carrito estaba lleno, y aún me quedaban muchas cosas por poner. Supongo que mañana volvería otra vez a comprar más pero ahora ¿Qué hacía? ¿Cómo me lo llevaba todo a casa? Era imposible que una flacucha como yo me llevará semejante carro, todo metido en bolsas.
Anduve por el supermercado de un lado a otro buscando una solución cuándo de un momento a otro choqué con alguien haciendo que callera al suelo de inmediato. Sentí cómo esa otra persona también caía, pero rápidamente se volvía a levantar. ¿Cómo habría hecho ese movimiento tan rápido?
Antes de levantarme moví la cabeza para ver mejor a la persona con la que había chocado. No me lo podía creer.

Yo: Pero… ¿Tú qué haces aquí? ¿Me has estado siguiendo?

Sus grandes dientes volvieron a aparecer en su pecosa cara por segunda vez en el mismo día.

Danny: Vamos… ¿No ha podido ser una casualidad?
Yo: ¿Pero cómo va a ser una casualidad? Si… antes me has estado molestando y justamente ahora estás en el mismo supermercado que yo. Eso es que me has seguido.
Danny: ¿Y por qué piensas que te he seguido?
Yo: Intuición.
Danny: Ni que fueras adivina.

Rápidamente me levanté fulminándole con la mirada, pero él seguía contento. A decir verdad… parecía muy contento.

Yo: ¿Y tú que sabes? ¿O es que también sabes todo sobre mí?

Dije intentándole apartar con mi carrito de compra.

Danny: No, simplemente sé que te llamas __(tn) y que eres azafata.
Yo: Bueno… pero si me sigues a todas partes…
Danny: ¿Si te sigo a todas partes…?
Yo: ¡ES QUE QUIERES SABER ALGO MÁS DE MÍ!
Danny: Quizá sí. O tal vez no.
Yo: ¿Eso quiere decir que me has seguido? ¿EH BASTARDO!?
Danny: ¿Cómo te tengo que explicar que no te he seguido, que es una casualidad?
Yo: ¡De ninguna manera porque no me lo creo!
Danny: ¿Y qué puedo hacer para que te lo creas?
Yo: ¡Nada! No puedes hacer nada… Porque ahora me voy a mi casa¬¬
Danny: ¿Tendrás coche para llevar toda esa compra? Porque si no…
Yo: Déjame…

Indignada con ese chico. Por segunda vez me giré, en dirección hacia la caja registradora. Solo tenía que respirar y contar hasta mil. Solo eso. Pero antes de perderle de vista oí cómo gritaba algo.

Danny: Sé que no tienes coche. Te vi entrar andando. Si necesitas que alguien te ayude a cargar tú compra hasta tú casa, estaré esperándote al lado de mi coche que está en el aparcamiento. Pero si tienes tanto orgullo y crees que sola vas a poder llevar todo eso… adelante y buena suerte.

Vah, que se creía ¿Qué no encontraría otros medios con los que poder irme? No estaba sola en Londres amigo, podía llamar a cualquier amigo mío para que me viniera a buscar.
Se notaba.
Se notaba mucho que Danny era ese tipo de tíos que ligaban así. Haciendo que todo pareciera una casualidad y después justo esa noche ¡BUM! ¡YA NO ERES VIRGEN!
Vale que yo ya no lo fuera pero… ¡No me quería desvirgar por tercera vez! ¡Y más con ese psicópata! Qué no paraba de seguirme. Raro sería no volvérmelo a encontrar otra vez, ahora que sabía más o menos dónde vivía y exactamente en el supermercado que compraba.

Llegué a la caja registradora, y cómo no había fila comencé a poner todas las cosas del carro en la cinta. La chica pasaba por el código de barras cada uno de los artículos de mi compra rápidamente.
Tardó un rato hasta que hubo terminado de pasar toda la compra y cobrarme todo.

Cajera: Serán ____ (el dinero que tú quieras)
Yo: Vale.

Cogí la tarjeta de mi monedero. La verdad me daba igual lo que gastara. Mis padres me metían ahí dinero prácticamente todos los meses, una cantidad muy elevada. Yo simplemente gastaba y gastaba. Ellos metían, yo gastaba.

Mientras metía en bolsas la compra pensé a quién debería llamar para que me ayudara a llevármelo todo a casa.
Dean vino a mi cabeza. Debía haberlo llamado nada más haber llegado. Al fin y al cabo el era mi mejor amigo desde hacía un tiempo. Y algún día de estos teníamos que quedar. Para hablar… no sé… ¿De cosas de amigos?

Moví las bolsas de cuatro en cuatro hasta quedarme al lado de la puerta dejando paso a la gente que seguía en el supermercado. Después miré en mi bolsillo para sacar el móvil. Pero… no estaba. Miré en el bolso, pero tampoco estaba allí. Me estaba comenzando realmente a preocupar ¿Dónde narices lo había dejado? Igual… se me había olvidado en casa, o quizás se me había caído cuándo había chocado con Danny¬¬
Comencé a pensar en el ¿Seguiría esperándome…?
No, no me iba a dar por vencida.

Decidida pregunté a todas las personas que pasaban por allí, si lo habían visto. Fui hasta el sitio del crimen y me agaché para buscarlo, pero no lo encontré. Me estaba desesperando, cuándo finalmente me di por vencida.
Iría con Danny y me compraría un móvil nuevo. ¡Y MÁS CARO QUE EL ANTERIOR!

Con la cabeza gacha llegué hasta el aparcamiento. Me tenía que comer mi orgullo.
Fácilmente lo encontré en su coche, apoyado, mirando las musarañas.
Se dio cuenta de que avanzaba hasta él y comenzó a carcajearse de mí. Yo quería llorar por ello.

Pero ya daba igual. El había ganado.