miércoles, 10 de agosto de 2011

Capítulo 2. Lies. Live Forever



Capítulo 2

El había ganado, pero eso no era lo que importaba. Si el muy imbécil se estaba ofreciendo a llevarme como si fuera mi ángel de la guarda, pues adelante, que lo hiciera.
Me acerqué a él y le susurré unas palabras sin mirarle a la cara.

Yo: Me ayudas a traer las bolsas al coche.
Danny: Sabría que vendrías.
Yo: ¿Y cómo lo sabías? No te entiendo.
Danny: Porque soy Danny, Danny Jones, y sé todo.
Yo: Bueno, pues si es verdad que sabes todo. Sabrás como ayudarme a coger las bolsas y llevarme rápido a casa.

Sin mirarle a la cara me giré en dirección contraria al coche y comencé a andar hacía donde había dejado las bolsas. Después escuché unos pasos por fin, detrás de mí. Era Danny siguiéndome a la vez que suspiraba.

Me caía realmente mal. Eso de que estuviera feliz y riéndose de mí era como para pegarle dos leches y dejarlo seco. Esperaba con ansias que me llevará a casa con mi comida y no volver a verlo nunca más. No necesitaba a nadie como él en mi vida. Y si lo necesitaba… ya buscaría a otro, pero él jamás.

Además de eso ¿Por qué estaba en el supermercado si no iba a comprar nada? Eso confirmaba mis sospechas de que el muy estúpido de Danny me había seguido.
Seguro que si hubiera ido al cine por ejemplo, el, también habría estado allí.

Avanzamos rápidamente y en dos viajes de cuatro bolsas cada uno ya lo habíamos cargado todo en el coche. __(tn) ya quedaba menos rato de estar con él, tranquilízate y respira hondo. Me repetía a mi misma cada dos segundos.

Danny: No me das ni un simple gracias…
Yo: ¿Por qué debería dártelas si eres tú el que sé ha ofrecido a ayudarme?
Danny: ¿Por qué haces tantas preguntas?
Yo: Eres insoportable.
Danny: La insoportable eres tú. Yo solo soy el bueno de la película que intenta ayudar a la dama en apuros.
Yo: Pues resulta que esa dama en apuros no necesita que nadie le ayude.
Danny: Oh vamos… ¿Y por eso has venido a pedirme ayuda _(tn)?
Yo: Buff.

Enfadada nuevamente porque él tenía la razón, abrí una de las puertas de su coche y me senté en el asiento del copiloto esperando a que este se montara también. Crucé los brazos y suspiré. Ya casi estaba en casa… ¡Por favor que esto se pasara rápido!

Danny cerró el capó del coche y con una sonrisa aún en la cara, ya montado, comenzó a conducir camino a casa, con las pocas indicaciones que yo le había dado. Yo estaba callada y miraba hacía la calle por la ventana. El conducía feliz.

Cuando llegamos a la puerta, me ayudo a sacar las bolsas y a dejarlas delante de la puerta. Se ofreció a ayudarme a meterlas a casa, pero yo le dije que no. No quería volver a ver a ese chico tan raro.

Yo: Bueno pues...Pues... ¡Gracias! Y ¡Adiós!
Danny: Ese gracias no es sincero y ese adiós es muy grosero.
Yo: Es lo que hay. Y no me vuelvas a seguir.
Danny: ¿Cómo debo decirte que no te he seguido? Bueno… cree lo que quieras.
Yo: ¡No si eso ya lo hago! Y ahora adiós, hasta nunca ¿Cómo quieres que te lo diga?

Danny, por primera vez en todo el día puso una expresión seria y fría. Algo muy extraño parecía ser, pero lo más extraño fue lo que pude ver antes de que se girara. Un especie de aura, humo color blanco grisáceo comenzó a salir de Danny, pero rápidamente en un parpadeo de ojos desapareció ¿Me estaba volviendo loca acaso? No, seguro que simplemente habían sido imaginaciones mías. Solo eso.
Antes de que arrancara el coche Danny me miró, y yo le devolví la mirada. Sus ojos azules eléctrico brillaban como dos diamantes, como si fueran lo más puro que había visto en el mundo.

En cuanto estuve dentro de casa me di cuenta de que el móvil estaba en la mesilla del recibidor. Me lo había dejado.

Al rato ya había metido todo a la nevera, y me preparaba la cena. Había llamado a Wanda y Amanda para que vinieran a cenar. Yo les contaría mis novedades en el aire y ellas… pues suponía que me iban a contar lo de siempre. Con quién habías salido de fiesta y con quién habían ligado. Era lo normal con ellas dos.

Terminé la cena y la coloqué en la mesa para las tres. Segundos después, alguien llamó a la puerta. Directamente fui a abrirles.

Wanda: __(tn)!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Amanda: ¡Qué guapa estas madre mía!

Las dos se acercaron y me dieron dos besos cada una, yo se los devolví muy a gusto. Las quería mucho.

Yo: Qué guapas estáis vosotras. No me vengáis con tontadas.
Amanda: Pero ya sabes que nosotras somos divinas.
Wanda: Y si no lo sabías ya lo sabes.

Hicieron un gesto gracioso mientras se movían el pelo a lo Panten Pro-V.

Yo: Os conozco desde hace años, claro que lo sé, bueno, ¿Vamos al salón a tomar algo?
Amanda: ¡SI! ¡Fiesta de pijamas!
Wanda: Solo chicas.

Fuimos hasta el salón y allí bebimos una coca-cola cada una, pero eso no era lo importante. Nos contamos todo, incluidos los cotilleos que habían pasado en Londres y que yo no me había enterado.

Wanda: Muy fuerte lo de Ronald eh! Eso de ponerle los cuernos a tu novia delante de ella es enternecedor Jajajajaja.
Amanda: Y lo más fuerte es que esta no ha cortado con él, aún siguen juntos.
Yo: Jo, echaba de menos estos culebrones.
Amanda: Es que aún no entiendo porque te fuiste de azafata.
Wanda: Eso.
Yo: Pues porque necesitaba desconectar un poco de todo.
Wanda: ¿Desconectar? ¿Acaso no te gusta tú vida?
Yo: No es eso… pero pronto empezaré a estudiar, y necesitaba desconectarme de todo para poder empezar al 100%.
Amanda: ¿Y para que quieres estudiar? Si tus padres te dan todo…
Yo: Pues por eso, no quiero sentirme una niña de papá toda la vida, quiero sentirme útil en el mundo. Y por eso creo que la carrera de veterinaria será genial.
Wanda: Vamos __(tn)… pero si tú odias los animales.
Amanda: Eso mismo pensé yo cuándo me lo dijo.
Yo: Yo los ODIABA, ahora mismo los AMO.
Amanda: No me lo puedo creer.
Yo: Me da igual, yo sé lo que siento.
Wanda: No, si eso ya lo vemos, que tienes las ideas muy claras.
Yo: Si vosotras queréis ser toda la vida así no es mi problema. Yo sé lo que tengo que hacer.
Amanda: ¿Así como?
Wanda: ¿Qué insinúas?
Yo: Chicas sabéis de que hablo...
Amanda: No no lo sé, dime que es lo que piensas.
Yo: Pues que estais todo el día de fiesta. Vuestros padres os dan todo. No sois maduras.
Wanda: Pues como tú.
Amanda: No nos puedes decir nada, porque tú eres igual.

La sangre me subió a la cabeza.

Yo: Mirar chicas, dejemos el tema.

Mis amigas aún no se habían enterado que yo había cambiado, ya era hora de que lo hicieran de una vez por todas. Ellas quizá seguirían siendo toda la vida lo que eran. Unas niñas afortunadas, con padres ricos, pero yo ya no quería ser así. Me estresaba solo de pensarlo.

Después de esa pequeña discusión, las cosas entre nosotras estaban un poco tensas, y aunque las tres intentábamos disimularlo, se notaba en el ambiente.
Cenamos rápidamente e intentando sacar temas de conversación, pero era bastante difícil.

A las horas Wanda y Amanda salieron por la puerta de mi casa en dirección a las suyas, o quizás se irían de fiesta como todas las noches.

Ahora estaba sola y tenía tiempo para pensar, para pensar en mis cosas.
Subí hasta mi habitación, me puse el picardías y me tumbé en mi cama doble. Al poco rato me quedé dormida, pero antes unos ojos azules eléctrico aparecieron en mis pensamientos.

Blanco. Vacío. ¿Qué diferencia había? No podías ver nada, no podías sentir nada. Era lo mismo. Sentía lo mismo en el sitio en donde estaba. Era yo y el vacío blanco. Nadie más, nada más, solo eso. Comencé a correr. Quería escapar de ese sitio. La soledad se apoderaba de mí, pero no podía, no podía escapar. Era como un círculo vicioso. Seguía estando en el mismo sitio por mucho que me esforzara. Quería llorar, pero las lágrimas no querían salir de mis ojos. No podía hacer nada. Comencé a gritar, pero nadie me contestó. Quería sentir pánico pero tampoco podía. ¿Dónde estaba? Eso ya daba igual. Quería escapar.

Escuché un susurro. Si era un susurro tendría que estar cerca de quien susurraba ¿No? Pues no lo estaba. Podía ver una pequeña mancha incolora a lo lejos. No sabía cómo era capaz de diferenciarla pero la podía ver, justo ahí.
Lentamente me fui acercando, quería descubrir, quien o que era y que era lo que hacía. Justo ahí en ese vacío. Fuera lo que fuera ese ser, brillaba como la luz de un foco, pero contra más me acercaba más lo podía diferenciar. Volví a gritar, pero esta vez hacía el ser.

Yo: ¿Quién eres?

No contestó.

Yo: ¿Cómo se sale aquí?

Tampoco contestó.

Me estaba empezando a preocupar. No sabía qué hacer, solo avanzaba hacía el. ¿Por qué era él no? No tenía forma de cuerpo de mujer. Tenía forma de hombre.
De repente sin saber porque tropecé con algo y caí al suelo. Pero eso no me importaba a gatas seguía avanzando cuándo…

Estaba en mi cama. Sudorosa. Sin aliento. Necesitaba un vaso de agua.
Me levanté de la cama. Ya podía ver la luz del día ya que la noche anterior no había bajado las persianas.
Ya en la cocina cogí un vaso de agua y comencé a beber, haciendo que me volviera a sentir bien después de ese sueño o quizás ¿Esa pesadilla?
Rápidamente me quité el picardías y me metí a la ducha. Me quité el sudor del cuerpo. Cuando salí, ya me sentía bien.

Era la pesadilla más extraña que había tenido en muchos años. Y más que por tenerla lo más raro de todo es que yo no soñaba nunca. Hacía muchos años que no había tenido una pesadilla tan vivida.
Me dolía el pecho de pensarlo.

La mañana pasó rápida sin mucho que hacer ahora que estaba de vacaciones. Por la tarde, había decidido, ir a casa de mis padres a llevarles unos regalos que les traía de Brasil. Tenía verdaderas ganas de verlos. Igual si me daba tiempo, iría a comprar lo que faltaba, eso sí, en poca cantidad. No me iba a pasar lo del día anterior.

Me acababa de acordar de una cosa. ¡Tenía jardín! Con lo que yo lo amaba y aún no había salido a verlo. Ojalá Lupita hubiera mantenido bonitas las flores y las hubiera regado en ausencia de Justin, mi jardinero, el que también estaba de vacaciones.
Cuando salí todo estaba precioso, lleno de flores de todos los colores. La comida no, pero esto sí que lo había cuidado mucho.

¡Bum!

Me estaba empezando a marear. No sabía si de lo bonito que era el jardín, del sol que estaba en el cielo, o de esa sensación de protección que de alguna parte sentía. Alguien me estaba observando justo en ese momento.
Comencé a girarme en círculos. No veía a nadie. Nadie estaba allí. Caí al suelo. Estaba demasiado mareada. Necesitaba reposar en la hierba. Pero antes de cerrar los ojos pude ver como dos ojos color azul eléctrico me observaban en la otra punta del jardín.

Estaba en uno de mis coches, en dirección hacia la casa de mis padres. Horas antes casi me había desmallado en el jardín. Intentaba engañarme a mi misma pensando que había sido por el sol, pero yo sabía perfectamente que eso no era cierto. Alguien, fuera como fuera. Con magia como la de Harry Potter por ejemplo me había hechizado ¿Existirían de verdad los magos? __(tn), ha sido el sol. Ha sido el sol. Puedes estar tranquila, puedes estarlo.

Me había hecho azafata para ordenar mis prioridades y mis pensamientos antes de empezar la carrera, pero parecía como si después de eso me estuviera volviendo loca.

Llegué pronto a casa de mis padres. Los dos me saludaron dándome un fuerte abrazo. Los había echado mucho de menos.

Mamá: __(tn) estás guapísima.
Papá: Qué esperabas, mi niña siempre es guapísima.
Yo: Si soy tan guapísima como decís es porque lo he heredado de las dos personas más guapas del mundo.

Los tres reímos. Después pasamos al salón de la gran casa.

Yo: Bueno papá ¿Qué tal el negocio?
Papá: Muy bien cariño. Ya estamos extendidos por todo el mundo, pero no hablemos de mi ¿Qué tal tú mi amor?
Yo: Pues muy bien. Ha sido una experiencia fantástica.
Mamá: Cuéntanos ¿En cuántos sitios has estado cariño?
Yo: Pues he estado en Canadá, Australia, Francia, Alemania, Rusia, Holanda, España, México ah y Brasil. Bueno y en muchos sitios más.

Al nombrar Brasil me acordé del regalo que les había traído a cada uno.
Los saqué del bolso y se los di bien envueltos.
A mamá le traje un collar de oro, sabía que le encantaban por ello se lo puso rápidamente en el cuello. Le había encantado.
A papá le había traído una pipa muy bonita para su colección. Me dio las gracias con un gran abrazo.
Estaba feliz de haber acertado con sus regalos.
La tarde con ellos pasó rápida.

Mamá: Vuelve pronto cariño.
Papá: Aquí estamos esperándote.
Yo: Adiós, os quiero.

Cogí el coche rumbo al supermercado. Compré todo lo que necesitaba y volví a casa.

**

Los días pasaban. Todos los días ese mareo, todos los días ese sueño. No podía quitármelo de la cabeza. Siempre era el mismo tipo el que estaba en el sueño.
En estos días había vuelto a quedar con Wanda y con Amanda más veces y había telefoneado a Dean más de una vez.
También había salido con otros amigos que tenía repartidos por todo Londres. Pero si me pusiera a nombrarlos nunca iba a acabar.
Pero por alguna razón yo no era la misma, todo el mundo me lo decía y yo también lo notaba. Estaba como apagada, distante, cerrada. Siempre había sido una persona muy abierta y todo el mundo me decía que el ser azafata no me había hecho bien. Al revés que nunca me tendría que haber ido.

Esa tarde decidí estar sola para pensar en todo eso. Ya no podía salir al jardín a pensar. Me daba mucho miedo marearme allí. Porque en el jardín me sentía observada y débil. Así que decidí ir a uno de los sitios que más me gustaban de toda la ciudad.
El parque.
El parque que había al lado de mi casa. Era un buen sitio para pensar ya que no había mucha gente. Así que salí de casa y llegué allí en cuatro zancadas, después me senté en un banco de los grandes.
Los temas se amontonaban en mi cabeza uno a uno, dando paso a mis inseguridades y miedos. Cada día que pasaba era un reto para mí.

Casi sin darme cuenta alguien se sentó en mi banco. Giré mi cabeza y vi a una señora con cara agradable. Era muy muy muy vieja. Llevaba un pañuelo en la cabeza y llevaba un largo vestido que le llegaba hasta los pies.

Señora: ¿Preocupada querida?
Yo: Bueno, sí, un poco. Últimamente me pasan cosas muy extrañas.
Señora: A todo el mundo cuándo es joven le pasan cosas extrañas.
Yo: No me entiende, es mucho más raro que eso.
Señora: Puedes confiárselo a una vieja que no tiene familia.
Yo: Me siento observada, sueño con el vacío y con un hombre que no sé quién es, me mareo todos los días. No me siento bien la mayoría de las veces.
Señora: Siento como que te va a pasar algo, siento como si alguien maligno en un futuro próximo quisiera apoderarse de ti.
Yo: ¿En serio? ¿Usted es adivina?
Señora: Oh no querida. Solo soy vieja y sabia.

La señora me sonrió muy amablemente y yo le sonreí a ella también. Después se levantó y comenzó a caminar en alguna dirección despareciendo por el horizonte del parque.
Esa señora era muy misteriosa, pero ya no podía preguntar quién era. Ya había desaparecido de aquí.

De repente alguien, que ya no era la vieja se sentó al lado mío. Giré la cabeza y miré quién era.

Yo: ¿Tú otra vez?

Unos ojos azules eléctrico centelleaban. 

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